martes, enero 13, 2004

UN POCO DE JAZZ, POR FAVOR

Señor cantinero, disculpe el atrvimiento de este recién llegado, pero entenderá que el whiskey está bueno y el ambiente deliciosamente fresco, y como veo que tiene un reproductor de discos compactos apagado detrás suyo, quiero pedirle que ponga un poco de jazz, por favor. No hay que preocuparse de los demás, pues veo que la charla es tan buena como este cigarro que acabo de encender; además, todos están en pareja o en grupo, y yo sólo cuento con las cosas que pasan por mi mente, por lo que no me vendría mal un fondo musical que le dé ritmo a mis pensamientos. Algo de The Modern Jazz Quartet o de John Coltrane estaría más que bien, y dejemos a Stan Getz para el tercer o cuarto vaso. Bueno, acepto de muy buen agrado al Oscar Peterson Trio, pero aumente el nivel de graves para apreciar más el contrabajo del maestro Ray Brown, que Dios le tenga en la orquesta celestial que, seguramente, dirigirá Duke Ellington. Pero dejémonos de palabras y sólo escuchemos esos glisandos de piano que traen al recuerdo la sensación de una piel femenina bajo las palmas de nuestras manos, pues así como nosotros aprendimos la mujer, Errol Garner aprendió el piano; aunque he de decirle que prefiero jugar con los senos y el pubis con el ritmo del gitano Django Reinheardt. Pero es bien sabido que el segundo vaso siempre es triste, y nada mejor que el blues jazzeado de Billie Holiday para traerme a la mente a esa dama, pequeña y delgada, que hace unos años fue toda mi vida y ahora lo es de otra manera, como esa batería de Art Blakey, siempre presente pero nunca asible. A fin de cuentas, la vida es una calle por la que se transita a solas, sólo para tener pequeños encuentros, como esas notas de Thelonious Monk que ahora suenan, y que únicamente al juntarlos se descubre lo ancho de la experiencia, como un riff del saxofón de Paul Desmond. Bueno, basta ya de tristezas, que estamos en el tercer vaso y esto amerita fiesta, así que hagamos un brindis por la ventura de nuestra alma con acordes de Bola Sete, y no permitamos que la desventura deje de ser bendición de la mano derecha de Chick Corea. Afortunadamente, la vida es tan corta y tan rápida, como el dixie de Al Hirt, que podemos saborearla en una taza de café tan vasta como el emperador del jazz Louis Armstrong. Y, como ya es hora de abotonarse la chamarra y pagar la cuenta, es tiempo de volver a la vida y comportarse con la elegancia de las portadas de los discos de jazz. Gracias por el buen whiskey, y más que nada por la música, que la soledad es buena compañera pero lo es más con un poco de jazz.