lunes, noviembre 24, 2003

Una persona, que me era muy especial, me comentó que sería bueno publicar aquí un poema o un cuento de mi autoría. En un principio la idea no me agradó, pues este espacio lo tengo destinado a otro tipo de escritos; sin embargo, al pensarlo minuciosamente, caí en cuenta de que hacerlo no afecta en nada la esencia de este espacio, dado que es receptáculo de mis aficiones intelectuales y justamente el escribir es una de mis favoritas. Así, y si no se toma como un atrevimiento, les comparto un poema mío que hace algunos años apareció en una revista universitaria --de la que, desgraciadamente, no conseguí un ejemplar-- y es el único de mis escritos que ha pasado por imprenta. Espero les guste.

ALGÚN DÍA

Algún día, lejano o no lejano,
me dejarás ver tu rostro y seremos
uno solo al momento en que andaremos
el sendero tomados de la mano.

Algún día, refugiado en tu abrazo,
caeré sobre tu ya gélido lecho,
y te permitiré entrar en mi pecho
mientras lento me hundo en tu regazo.

Algún día, ya perdido en tu encanto,
te dejaré tomar mi vida entera,
haciendo sonar la nota postrera
después de haberte esperado por tanto
tiempo. Te daré una sonrisa fría
cuando llegues al fin a mí, algún día.

domingo, noviembre 09, 2003

De verdades, mentiras y paradas intermedias

Si se han percatado, desde los preámbulos de la guerra de Irak hasta la fecha, en diversos foros se ha cuestionado el carácter de veraz o de falaz de los argumentos que se dieron para iniciar dicha guerra. Yo participé en ese debate en un foro de discusión, y me sorprendió ver cómo todos defendíamos nuestro punto de vista como si se tratase de la verdad absoluta, sin detenernos a pensar que sólo practicábamos un ejercicio de opinión y de percepción, pues, en la realidad formal, ninguno tenía los elementos suficientes para demostrar la veracidad absoluta de su dicho. Esto me llevó a analizar qué es la verdad y qué la mentira.

Bueno, en esencia, una verdad es un argumento que se considera cierto, y la mentira es justo lo contrario. Sin embargo, ¿qué pasa cuando a un argumento se le añaden una intención y/o un contexto histórico? Resulta que la verdad y la mentira se mezclan, dando unas combinaciones que parecerán absurdas pero que en la realidad son altamente congruentes. A continuación, un esquema de algunas de ellas.

Verdades verdaderas: son aquellos argumentos que son considerados ciertos y que puede demostrarse que son ciertos. Un ejemplo muy claro es que toda flama se apaga cuando se acaba el combustible que la alimenta (por ello me maravilla que haya una cofradía llamada celadoras de la vela perpetua, y más me maravillaría saber con qué cera hicieron esa vela).

Verdades falsas: son aquellos argumentos que son considerados ciertos y que puede demostrarse que son falsos. Un ejemplo muy claro es la antigua creencia de que la Tierra era plana. Si bien durante mucho tiempo esto fue una verdad, ahora es una falsedad. Me encantará saber qué verdades actuales serán demostradas como falsas en el futuro, pero me desagrada saber que conoceré muy pocas.

Falsas verdades: son aquellos argumentos que se consideran como ciertos aun cuando se sabe que son falsos. Un ejemplo muy claro es la idea de la superioridad racial que manejan los neo-nazis. ¿Ya se les olvidó el coraje que hizo Hitler cuando, en la olimpiada de Berlín, un atleta estadounidense de raza negra venció a los teutones?

Falsas mentiras: son aquellos argumentos que son considerados falsos aun cuando se sabe que son ciertos. Un ejemplo muy claro es la negación de la evolución de los seres vivos. Hemos comprobado que el ser humano ha evolucionado física y mentalmente desde la época mesopotámica, pero aún hay quien niega que los seres vivos evolucionen (ojo: no estoy insinuando que descendamos del mono, porque los monos me mentarían la madre por ojete).

Mentiras verdaderas: son aquellos argumentos que son considerados falsos y que se puede demostrar que son falsos. Un ejemplo muy claro es que este blog no es una futilidad.

Incertidumbre: son aquellos argumentos que no pueden ser calificados plenamente de verdaderos o falsos. Un ejemplo muy claro es que The Beatles son el mejor grupo de rock. Emerson, Lake & Palmer son diez veces mejores ejecutantes; Pink Floyd son diez veces mejores compositores y, sin embargo, The Beatles hallaron un sonido que le gusta a cualquiera, por lo que queda la duda de quién resultó mejor (cabe aclarar que yo prefiero a The Rolling Stones). Santo Tomás dijo que un buey voló; como puede que sí, puede que no.

Así, ¿en qué categoría califica usted los argumentos de Bush? No tenga miedo de equivocarse, no existe la verdad absoluta, y esto es absolutamente cierto.

sábado, noviembre 01, 2003

La maldición del traje del emperador.

A principios de este año me inscribí en una lista de correos que me manda, cinco veces a la semana, un poema a mi buzón electrónico. En su mayoría han sido textos de poetas contemporáneos y de varios países (casi todos de lengua española). En un principio, me agradó esto, pues al haber siempre algo de resquemor al ver en las librerías un autor desconocido para uno, me permitía conocer partes de una obra para, en su momento, querer comprarla. Ahora pienso seriamente en darme de baja de dicha lista. De los alrededor de doscientos textos que me han mandado, sólo he guardado la décima parte (casi todos de poetas de los que, por lo menos, sabía el nombre) y me han parecido rescatables menos de una cuarta parte.

A partir de aquí me niego a volver a llamarlos poemas, porque para que un texto sea calificado como tal debe tener poesía, y eso es lo que menos tienen. Entre otras cosas, cuando no son textos vacuos, son de buenas ideas pero inacabadas; cuando no son de un lenguaje tan plano que hacen parecer a los poemas de Bukowski como gongorinos, son de juegos de palabras tan inverosímiles que hacen parecer al dadaísmo como poesía cerebral. Y no son males exclusivos de la mentada lista de correos, pues en los suplementos de los periódicos y en revistas literarias veo el mismo problema en la gran mayoría.

Creen que por redactar en verso ya hacen poesía, y esto no es cierto; creen que sintetizar es simplemente escribir un máximo de cinco líneas aunque la idea no se haya desarrollado plenamente, y esto tampoco es cierto; creen que al negarse a utilizar palabras que obligarían al lector a abrir el diccionario el mensaje es más directo, y esto no es necesariamente cierto; creen que al hablar de vicios y de nihilismo y al quejarse de la sociedad son modernos, y esto no es para nada cierto; por último, creen que por el simple hecho de escribir ya son artistas, y esto jamás será cierto.

Hago una aclaración pertinente. Esto no lo digo sintiéndome crítico de poesía, lo digo sintiéndome consumidor de poesía. Acepto que no es un pecado escribir un texto chabacano, pero sí es un gran pecado dar a leer un texto chabacano. Así como leer un excelente libro se puede comparar a una eyaculación tras un coito bien efectuado, leer un mal libro es comparable a eyacular sin haber penetrado.

Estoy consciente de que mi gusto no tiene que ser ley, y que para toda demanda hay una oferta; pero, a mi ver, el problema no es que a mí no me guste la poesía contemporánea, sino que nos están vendiendo el nuevo traje del emperador. Esto no es exclusivo de la poesía, pues en todas las artes se ha vuelto una peste, desde las cacofonías de la mal llamada música expermiental hasta la chatarra pegada al azar de la mal llamada escultura de bricolage. Sin embargo, hay que aclarar un punto: los responsables de este pseudoarte son los pseudoartistas, pero los responsables de que lo sigan haciendo somos nosotros, porque, por miedo a que nos tilden de incultos, retrógrados o meros tontos, nos negamos a reconocer que el emperador está desnudo.