WATCHMEN: EL CÓMIC O LA PELÍCULA. UNA DECISIÓN QUE NO CAMBIARÁ SU VIDA
Hace una semana, leí en el sitio de Michael Crawford una reseña sobre una serie de muñecos sobre Watchmen que está produciendo un buen fabricante de juguetes (afortunadamente, no es Mattel ni Hasbro). Los muñecos, al menos por lo que se puede deducir de lo escrito y las fotografías de Michael Crawford, tienen una excelente calidad, y casi me entristeció que todo mi presupuesto para juguetes esté destinado a la nueva colección de los Amos del Universo de Mattel. No obstante, lo que más llamó mi atención en la reseña no fue los muñecos, sino algo que el crítico esribió al comienzo de la misma. Según su opinión, la película de Watchmen es superior al cómic en que se inspira. Esto inmediatamente me hizo brincar de mi asiento. Cuando se estrenó la susodicha película, y sin antes verla, compré la edición mexicana del cómic. Si bien había leído el cómic diez años atrás, en mi memoria sólo quedaba el recuerdo de que había sido muy bueno; además, se dio la coincidencia de que, al trabajar como traductor de la revista Newsweek, por esa fecha me tocó en suerte traducir una reseña sobre la película. Para cuando Editorial Vid terminó de imprimir el cómic (digo, llevan dos años sin imprimir el siguiente volumen de InuYasha, así que ya sabemos cómo se las gasta en tiempos dicha editorial), la película desapareció de la cartelera mexicana. Y a pesar de que por todos lados leía y oía que fue un rotundo fracaso, me aventuré a comprarla en cuanto la vi en un puesto de copias piratas (es una copia de una copia de una copia de la edición estadounidense, así que faltaba por lo menos un mes para que vendieran el original en México). Para desgracia de la película, tenía muy fresca la relectura del cómic, y me pareció, contrario a la opinión de Crawford, muy inferior a la historieta.
Quizás nunca habría visto de nuevo la película, pero al leer lo escrito por MC, me picó la curiosidad y me propuse darle una nueva oportunidad a ambos medios. Después de releer el cómic, vi de nuevo la película (misma que terminó hace media hora). Y he de decir que mi juicio sigue siendo el mismo: la película no alcanza la altura de la historieta. A continuación, daré varias de mis razones para decirlo, y como trataré cosas importantes de la trama, incluido el final, será mejor que el lector se abstenga de seguir adelante si no ha visto pero pretende ver algún día cualquiera de los dos productos (si opina que las historietas no valen el precio que paga uno por ellas, y que lo mejor del cine de superhéroes es cuando aparecen los créditos finales, siga leyendo, pues quizá le ayude la próxima vez que debata con alguien por qué sí o por qué no un libro es superior a una película).
El primer error que tiene, a mi parecer, la película, está en las actuaciones. Éstas no son malas: son pésimas. Después de ver al güerito desabrido que hace el papel de Ozymandias, no pude en ningún momento creer que se trate de "el hombre más inteligente del mundo". Cierto es que esperaba a un hombre egotista y petulante, con una frialdad que revelase el poco valor que confería a la inteligencia de los demás; pero la frialdad del actor sólo es distante, la de alguien que sólo se piensa bonito pero ni siquiera ha entendido que sí es bonito. ¡Carambas, estamos hablando de un personaje que se sentía heredero de la ambición de Alejandro Magno, no del chico más popular de la preparatoria!
¿Y qué decir del actor que "encarna" a Dr. Manhattan? Para empezar, el tono de voz empleado por este sujeto no suena como alguien que está sumido en cavilaciones profundas sino a un niño que está temiendo que su padre descubra que fue él quien rompió el jarrón de la sala y no el perro. Se le oye una congoja eterna, cuando en la historieta se nos dice claramente que al personaje no le acongoja la humanidad sino que le es indiferente. Como él mismo lo dice, tanto en la historieta como en la película, el tipo es capaz de ver los eventos físicos más minúsculos y veloces, pudiendo incluso estudiar al sol in situ. Esto es un indicio de que el hombre está sumido en un análisis realmente exhaustivo de la realidad fisica, ¿y el actor lo representa como un niño que sólo está rogando que su padre no le dé una bofetada? Además, su presunta inexpresividad (debió ver más películas de Buster Keaton o de Clint Eastwood) no concuerda con la psique del personaje, pues éste en la historieta no es inexpresivo, es indiferente. Verbigracia, cuando es rodeado por los periodistas al terminar la entrevista televisada, en el cómic podemos ver cómo se le descompone el rostro a Dr. Manhattan cuando es asediado por los reporteros; en la película, lo vemos inexpresivo, inexpresivo, inexpresivo, inexpresivo y ¡pum!, súbitamente estalla en cólera.
Eso sí, el único actor que más o menos respeta la psique del personaje es Jackie Earle Haley, aunque, desgraciadamente, no tiene oportunidad de demostrar cuán bien había entendido el papel por algo que comentaré inmediatamente.
El segundo error, y defintivamente el más grave, de la película es que omitió casi todos los elementos que en el cómic ayudaban a entender la personalidad de los personajes. Por ejemplo, en la película sólo vemos cuando Dr. Manhattan se graba el átomo de hidrógeno en la frente, pero el espectador se queda sin saber por qué hace tal cosa; en cambio, en la historieta vemos que es su respuesta cuando un equipo de publicidad del gobierno de EE UU intenta imponerle un símbolo atómico inexacto como insignia, y esto nos explica por qué Dr. Manhattan nos ve con indiferencia. Al colocar la confidencia de que su padre era relojero y no quiso que su hijo siguiera su oficio después de leer en un periódico sobre la teoría de la relatividad de Einstein durante la entrevista televisada y no durante sus reflexiones en Marte, el director le quitó todo el contexto psicológico a ese evento. Y ¿qué decir de la exploración de Marte para explicarle a Laurie Juzpecyk por qué la humanidad le es menos relevante que un planeta sin siquiera un microorganismo? Vamos, si ni siquiera nos explican en la película por qué construye su observatorio de cristal en Marte. ¿Dónde estuvo el taquión que provocó el rompimiento definitivo de esta pareja más dispareja que la de Laurel y Hardy? ¿Dónde, por el amor de todas las partículas subatómicas, está el Dr. Manhattan científico en la película Watchmen?
El caso más triste de falta de contexto del personaje es Rorschach. Desde que nos omiten la presencia del tipo loco que porta una pancarta anunciando el fin del mundo (sí, ya sé que en la película aparece en tres o cuatro escenas, pero díganme ¿en cuál de ellas parece un personaje relevante para la trama?), pasando por el hecho de que nunca se nos menciona su carencia absoluta de higine, y los tres plumazos que nos dan de su niñez. Con excepción de la escena en la cocina de Dan Dreiberg, cuando termina de comer los frijoles y no se molesta en limpiarse la boca, ¿cuándo vemos al sujeto que no se molesta en siquiera jalarle al retrete después de defecar? (En el cómic esto es más notorio, lo vemos con manchas en la boca en la susodicha escena de los frijoles, todo su atavío está lleno de manchas --las cuales apenas y se ven en la película.) Si luego tomamos en consideración que nunca se nos menciona el origen de la máscara siempre cambiante de Rorschach, menos podemos acercarnos a la psique del personaje (además de que, por desgracia, el director sólo la usó como un distractor visual y no, como en el cómic, para representar el estado de ánimo de Rorschach). Luego, la elección que hizo el director de modificar la forma en que Rorschach mata al asesino de la niña, es muy impactante visualmente, pero no tiene mayor sentido porque: en primera, nunca se nos dijo cómo se comportaba Rorschach con los delincuentes (¿dónde quedó su pesquisa por los bares neoyorquinos al empezar su teoría del mata-máscaras?), y un simple "Era muy suave. Los dejaba vivir" no es suficiente cuando no nos has dicho lo que enfrentaba antes. Además, en el cómic, el darle al asesino la oportunidad de salvarse mediante amputarse la mano con que estaba encadenado a la estufa, es un último grito desesperado de Walter Kovacs de no sucumbir ante Rorschach. Pero no, para el director fue mejor una burda escena gore que una secuencia lógica (y sólo se medio salva porque Haley sí actúa bien). Finalmente, ¿para qué queremos la estúpida entrevista psicológica en la cárcel si, al final, no nos vas a dar cosas realmente importantes del personaje? Máxime cuando eso te lleva a omitir la escena, quizás, más terrible pero más humana del cómic: cuando Rorschach regresa a su madriguera para recuperar el diario y su disfraz y, tras encarar a su casera, llamándola prostituta delante de sus hijos, siente pena al verse reflejado en el más pequeño de ellos. ¡Ésa era la escena que debió filmar el director, no a Rorschach partiéndole la cabeza al asesino con un hacha de carnicero!
Y así hay muchos detalles importantes del cómic que en la película brillan por su ausencia. Por ejemplo, la única frase de Dan Dreiberg que expresa su auténtica personalidad: cuando falla en tener la erección con Laurie y baja a ver su traje de Búho Nocturno II, en el cómic no sólo dice que tiene miedo de la guerra y el mata-máscaras, sino que "se siente impotente". ¿Sabrá el director de la película lo que implica la impotencia? ¿Sabrá el director que justamente esa impotencia moral, no la sexual, es la que hace a Dan Dreiberg usar el traje de Búho Nocturno II, quien ni siquiera es capaz de idearse un nombre propio y tiene que usar el de un héroe enmascarado previo? Además, ¿dónde quedó la alusión a que Dreiberg fue el coleccionista que le envió a la Espectro de Seda original la "biblia de Tijuana", lo cual se presta a mucha especulación psicológica? Carajo, ¡Watchmen es una historia psicológica, por el amor de todos los aficionados a la ornitología, no una serie de aventureros sin destetar!
Otra omisión terrible es el origen polaco de la Espectro de Seda original. Esto es justamente el origen de todos los problemas psicológicos de su hija, Espectro de Seda II. Desde el momento en que ella quiere abrazar su raíz (usando el apellido Juzpecyk en lugar de Jupiter), pasando por el hecho de que no quiere ser una heroína sólo para fastidiar a la madre (aunque bien que le gusta patear traseros), hasta la autonegación de las verdades sobre su progenitor que estaban siempre presentes; todo está expresado en el cómic, pero en la película es más importante presentárnosla en un trajecito que nos recuerda más a una dominatriz que a la persona amargada y reprimida que es realmente Laurie Juzpecyk.
Sobre el Comediante, no hay mucho que decir. Se ve que es el personaje favorito del director, y por ello casi no omite los rasgos de su personalidad que nos permitan entenderlo mejor. ¿O sí lo hace? Claro que sí, ni siquiera con él nos podía defraudar el director. Al omitir en los recuerdos de Espectro de Seda II el momento en que ésta enfrenta al Comediante en una cena oficial en su honor, el Comediante le revela que él es su padre, de la forma mordaz que lo caracteriza, pero antes lo vemos tratando de evitarle un trago amargo, pues el hombre en realidad sufre por no haber podido quererla como su hija. ¿Cómo se puede saber esto? Porque en la escena en que Espectro de Seda I impide que el Comediante se acerque a una Laurie adolescente, ésta dice, al alejarse en el auto, que él se quedó allí simplemente parado, "y se lo veía triste". ¿Triste? El Comediante, que se puso a llorar delante de Moloch al descubrir el plan de Ozymandias, ¿no era capaz de sentirse triste cuando entiende que nunca podrá ser el padre de Laurie? Caray, hay directores de cine que confunden la lógica narrativa con la cursilería. Y peor aún cuando ese evento precede a las atrocidades que el Comediante revela a Moloch (y el asesinato de su segundo hijo no nato).
Y para acabar con las omisiones, ¿dónde quedaron los personajes secundarios? Uno de los mayores aciertos del cómic es que Moore nos pasó por la nariz, capítulo tras capítulo, página tras página, a personajes irrelevantes, que incluso pueden llegar a ser fastidiosos, pero que nos hacen sentir profundamente su muerte cuando Ozymandias lleva a cabo su plan. En la película mueren 15 millones de personas, cierto, pero todas anónimas. Son sólo un número. No existe algo que nos haga sentir pena por esos 15 millones. En cambio, en el cómic son personas con rostros, nombres e historias propias. Cierto, todos quizá hubiéramos deseado que, en el capítulo IX, Bernie, el voceador, ya no dijera que es el máximo conocedor de la conducta humana por el simple hecho de ser voceador. Y también todos deseamos que los "cabeza de nudo" se encuentren con Rorschach y los mate después de que éstos mataron a Búho Nocturno I (Ah, ¿no lo sabían? Claro, no pudieron saberlo porque ¡no aparece en la película!). En fin, lo peor de esta omisión es que el director nos privó de la escena más hermosa en todo el cómic, cuando en la hecatombe Bernie, el voceador, trata de proteger con su cuerpo a Bernie, un chico negro que todas las tardes le hace compañía, leyendo gratis un cómic en su puesto de periódicos. Insisto, este director cree que es mejor prolongar una escena de pelea por cinco minutos que filmar una escena que realmente conmovería a todo el público, haciéndole sentir que no desperdició su dinero.
Ahora bien, ¿cuál es el error fundamental que tiene la película Watchmen? Precisamente que es una película. La historia debió contarse en, por lo menos, dos películas. Si la casa productora hubiera optado por esta opción, hubiéramos tenido un producto mucho mejor, y no sólo porque se hubieran cubierto todos los aspectos que mencioné, sino porque hubiera sido una película para un público general, no sólo para el público de películas de superhéroes. Así como la hicieron, Watchmen es una mala película de superhéroes, y por lo mismo no atrajo la cantidad de audiencia que la productora esperaba. ¿Y saben qué es lo más grave de esto? Que la película no es en esencia mala, al contrario, es de una calidad regular (no les mentiré, no llega a buena, mas se deja ver); pero así como está resulta demasiado densa para el público de acción, y demasiado parca en la construcción de personajes para atraer a un público más serio. Y esto fue precisamente lo que puso al cómic Watchmen en el sitio que tiene en la historia de la narrativa estadounidense: la construcción de los personajes.
Por lo demás, hay un error terrible que todavía no me explico cómo el director pudo dejarlo como está. Al final de la historia, cuando Dr. Manhattan ya ha matado a Rorschach, Laurie y Dan tratan de aferrarse uno al otro para conservar la cordura ante lo que han sabido, y Ozymandias trata de racionalizar las consecuencias de su hecatombe, Dr. Manhattan visita a Ozymandias y éste le pregunta, sabiendo de su capacidad para ver el futuro, si realmente había acabado con la amenaza nuclear. Dr. Manhattan le responde, sonriendo (¡tómate ésa, actor inexpresivo!): "Nada termina nunca", y deja a un Ozymandias entristecido por la incertidumbre. En la película, es Laurie quien dice la frase, y se la dice a Dan. ¡Por el amor de todos los guionistas que sí pasaron de quinto de primaria! ¿En qué cabeza cabe que la frase tiene el mismo peso en estas dos situaciones tan distintas? En labios de Laurie, no significa mucho: es sólo el dicho de una mujer que no pudo entender un pensamiento que había rebasado los límites del entendimiento común; no tiene peso. En cambio, en labios de Dr. Manhattan es una frase que enchina el cuero, pues inevitablemente lleva a esa incertidumbre que experimentó Ozymandias. ¿Fue el comentario mordaz de alguien que ya conoció el futuro? Si es así, ¿qué es lo que no termina nunca? Son dos las probabilidades: el resultado buscado por Ozymandias, o la amenaza nuclear. Y la respuesta, como bien la entendió Ozzy (no Osbourne, que también es el príncipe de la oscuridad, pero de otro cuento), hay que buscarla en la mentalidad científica de Dr. Manhattan. Si se recuerda, hay un principio básico de física que reza "la materia no se crea ni se destruye, sólo se transforma". Bien, si pasamos ese principio a las ciencias sociales, podríamos sacar una frase que diga más o menos así: "la naturaleza humana no se inventa ni se modifica, sólo se adecua". Si el factor central de la ecuación es la naturaleza humana, misma que llevó a la amenaza nuclear que propició el horror, Dr. Manhattan le dice a Ozymandias que la naturaleza humana no termina nunca y, por lo tanto, existe aún el riesgo de que Ozzy sólo haya aplazado la guerra nuclear, no acabado con ella. Huelga decirlo, la escena final no tiene el mismo peso en la película que en el cómic, porque no existe ese elemento de incertidumbre. (Además, ¿qué es eso del Nuevo Fronterizo, y por qué Rorschach les dio a ellos su diario? No busque la respuesta en la película, no, no, no.)
Bueno, creo que esta entrada ya se prolongó demasiado, y aunque hay otras cosas que me gustaría comentar, son las seis de la mañana, y dentro de dos horas tengo que despertarme para comprar mi boleto para el concierto de Megadeth. Una última palabra: señor Michael Crawford, me gusta mucho cómo hace sus reseñas de juguetes, y casi siempre estoy de acuerdo con lo que dice en ellas, pero, honestamente, no se puede decir que la película Watchmen sea superior al cómic.